viernes, 3 de octubre de 2008

Árbol Rojo






A estas alturas del cuento,
romper un pacto con el diablo,
no tiene perdón.
-Pero menos lo tiene hacerlo eterno-
Porque eternas sólo debieran ser las maldiciones,
que caigan entre tu miedo y el mío.

El viento silba sobre el monte de Aniene,
y siento caer sobre mis ramas,
las lágrimas de leñador

¿Dónde está la herida limpia que prometimos?
¿Dónde la saliva que curaría el dolor?


No era cuestión de amar
Sino de olvidar que el miedo existirá,
donde quiera que estemos

No era cuestión de amar,
Sino de recordar,
Que donde quiera que estés
Nada te debo.



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