viernes, 3 de octubre de 2008
¿Quién no ha tenido el corazón rojo alguna vez?
Ninguno miró el reloj cuando se despidieron
No se tomaron el pulso en las muñecas
Ni se besaron con inquina,
No se mordieron los labios con violencia o fervor.
Ni les conmovió el olor de la pared mojada
que quedó en la habitación vacía.
Pero se aprendieron de memoria los cuentos chinos
que la luna les había contado, antes de dormir.
Una araña que se balanceada sobre el tejado.
Sintió un escalofrío y quiso cantarles una extraña canción,
Pero ellos sólo escuchaban el ruido de la tormenta
y los puños de la lluvia golpeando en la ventana
Así que la araña besó al destino y se bajó en silencio,
y trepó hasta una ventana pintada de azul,
y se quedó allí, mojada y sin moverse,
hasta que llegó la primavera
Mientras tantos, ellos intentaron olvidarse de los sueños
y guardaron el deseo en una mano,
y no volvieron a abrirla hasta bien entrada la noche.
Cuando la ciudad era ya un desierto
y sus corazones se habían secado del todo.
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